Calle Mayor |
Antaño significa 'en un tiempo pasado'. Se parece mucho a antes, pero cuando la usamos siempre nos referimos a un pasado lejano (mientras que, con la palabra antes, podemos hablar de un pasado lejano o cercano). Es una palabra bastante formal que no solemos usar en las conversaciones
Esta tienda vende dulces tradicionales, muchos de ellos relacionados con las tradiciones navideñas ('de navidad'), como turrones y mazapanes. Como en general ha ocurrido con todos los alimentos, en las últimas décadas los procesos de fabricación de estos dulces se han hecho más industriales, menos artesanales y, por lo tanto, el resultado final no tiene el mismo sabor. Así que por eso este comercio apela a nuestros recuerdos, a los sabores y olores de nuestra infancia (incluso si en nuestra infancia no los conocimos, porque así funciona la nostalgia en la publicidad).
Quizá por esta manipulación de la nostalgia, he notado que últimamente hay muchos restaurantes y tiendas relacionadas con la alimentación que usan nombres de objetos que se usaban antiguamente (o sea, antaño) pero que hace tiempo que dejaron de usarse. Veamos algunos ejemplos:
Ávila (Castilla-León) |
Un puchero era un recipiente que se usaba para cocinar, cociendo en agua diversas cosas y muchas veces directamente sobre el fuego, los platos que llamamos de cuchara: cocidos, fabadas, sopas, etc. Actualmente, lo habitual es hacerlos en cacerolas y en un fuego de gas o eléctrico, aunque en algunos restaurantes -los menos- todavía se pueden comer estos platos hechos en puchero. Sin embargo, no creo que un local de comidas para llevar como el de la imagen cocine en puchero; el nombre es solamente un reclamo publicitario.
Lo que parece que se ha puesto de moda últimamente es el café de puchero, que se hace de modo similar a como se hace una infusión.
Calle Cristóbal Bordiu |
Justamente, cuando la gente cocinaba con pucheros encima del fuego (de su casa o en el exterior), solía usar una trébede: un aro (una circunferencia hecha con un material duro, en este caso de hierro) o un triángulo con tres patas que se ponía sobre el fuego. Sobre esta trébede se colocaba el puchero. Si te fijas en la imagen, a la derecha del nombre del comercio hay dibujada una trébede.
Aunque estoy hablando todo el tiempo en pasado, lo cierto es que se pueden comprar trébedes fácilmente en Internet. Eso puede ser porque a mucha gente le gusta seguir cocinando en su chimenea o porque, con los precios actuales de la energía eléctrica y el gas, algunas personas están volviendo a cocinar en el fuego. Pero en fin, estoy segura de que el comercio de comida para llevar de la imagen de arriba no usa trébedes: cocinar al fuego es lento y trabajoso.
Calle de Apolonio Morales |
Ahora no hablamos de un objeto para cocinar, pero sí de un restaurante con un nombre de un objeto en desuso ('que ya no se usa o casi no se usa'): el quinqué. Esta palabra se usa para unas lámparas portátiles que se alimentan con petróleo o con aceite y que se usaban muchísimo antes de que se generalizase el uso de la electricidad.
Actualmente se siguen vendiendo quinqués, que la gente usa como objeto de decoración. Pero ¡quién sabe si no tendremos que volver a utilizarlos en algún momento!
¿Por qué este restaurante se llama así? La luz que transmiten las velas y los quinqués es mucho menos intensa, más íntima que la mayoría de las bombillas eléctricas. Yo creo que con ese nombre quieren darnos esa imagen de intimidad, de bienestar.
Y llegamos a un último ejemplo, un local que me gusta mucho:
Calle Manuela Malasaña |
Esta lechería es especial: la leche es fresca y la traen desde un pueblo de la Comunidad de Madrid. Puedes llevar tu propia botella y te la llenan con la cantidad que quieras. También puedes tomarte allí mismo un vaso de leche, y también venden otros productos ecológicos y preparados de forma artesanal.
Por eso le va muy bien el nombre: un cántaro es el recipiente (de metal o de barro) en el que antiguamente se transportaba la leche.
Este nuevo tipo de lecherías me recuerdan mucho a algo que existía hace muchas décadas en Madrid y en otras ciudades: las granjas, de las que te hablé hace tiempo en la entrada Granjero busca campero. Quedan pocos recuerdos en Madrid de ellas, pero hace unos días me encontré con esto:
Calle Duque de Liria |
En estas granjas vendían sobre todo leche y, como dice el cartel, productos derivados de la leche (lácteos).
El negocio que hay ahora debajo del cartel no tiene ya nada que ver con él, es un estudio de diseñadores, pero han tenido el buen gusto de conservar el cartel antiguo. Yo creo que estos carteles forman parte de la historia de las ciudades, igual que los edificios o la memoria de sus habitantes, por eso está muy bien que se conserven, si no todos, algunos. Además, eran comercios individuales, cada uno con su estilo y su propio nombre, su propia imagen, a diferencia de lo que ocurre ahora en el mundo occidental, porque todas las ciudades están llenas de los mismos carteles de negocios multinacionales. ¿Qué te parece a ti?
¿Has observado tú también esta moda nostálgica en el lugar donde vives? ¡Cuéntamelo si es así! ¡Hasta pronto!