Hace poco tiempo, estaba cerca de la iglesia más antigua de Madrid (la ermita de Santa María la Antigua, del siglo XIII, en el barrio de Carabanchel) y vi este cartel:
Vereda de la ermita de Santa María la Antigua a Aluche |
Desde la ermita y el cementerio que está al lado hay un camino estrecho de tierra, hecho por el paso de personas, que lleva hasta el barrio de Aluche. Eso es justamente lo que se llama una vereda, ese tipo de camino.
En esa zona y esa vereda, completamente abandonadas por el Ayuntamiento de Madrid, un grupo de vecinos lleva tiempo plantando y cuidando pequeños árboles, para conseguir sombra y un paisaje menos duro. Pero últimamente alguien los está arrancando, o sea, los está sacando con fuerza (para conseguir sacar también sus raíces).
Es indudable que quien está haciendo esto es un o una canalla, o sea, alguien malo y despreciable. Arrancar árboles indefensos es matar la vida y el paisaje.
Los árboles, compañeros y amigos de la humanidad desde siempre, son un símbolo de vida perdurable. Quizá por eso eligieron la figura de un árbol en este homenaje a las víctimas de la violencia machista, un mural que está en el barrio de La Latina desde 2019:
Calle de la Sierpe |
Las mujeres maltratadas y sus hijos forman un árbol: ellas son el tronco (la parte central y más fuerte del árbol) y los hijos están en las ramas (las partes del árbol que nacen del tronco).
Como estas mujeres y sus hijos, los árboles han sido y siguen siendo maltratados: su uso comercial excesivo, su desaparición para dar otros usos a la tierra, los incendios (tantas veces intencionados), etc. Pero en el libro de visitas de una biblioteca encontré hace tiempo esta frase que me hizo sentir mal:
Biblioteca del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza |
En aquella biblioteca probablemente vivían (habitar es mucho más poético) probablemente varios cientos de árboles, y yo, como amante de las bibliotecas y de los libros en papel, sentí un poco de remordimiento, la verdad. Es cierto: para que yo pueda leer libros, mueren árboles. Desde entonces, procuro frenar un poco mi pasión por los libros y usar más las bibliotecas públicas en lugar de comprarlos. Aunque reconozco que a veces caigo en la tentación y compro.
Nuestra relación con los árboles es larga y profunda, y por eso es lógico que la figura del árbol haya adquirido a lo largo del tiempo usos metafóricos en español, y probablemente en todas las lenguas. Por supuesto, hay expresiones y refranes relacionados con los árboles y otro tipo de metáforas. Te pongo en esta imagen algunas de ellas y después te explico un poco más:
Los verbos enarbolar y desarbolar son de uso culto. Los dos se pueden utilizar en un sentido físico pero también en un desarrollo todavía más metafórico. Veamos algunos ejemplos, empezando con enarbolar:
1) Está preso desde la tarde del martes, pues un policía de paisano asegura que lo vio enarbolando un arma y disparando.
(farodevigo.es)
2) Los libros son armas de destrucción masiva frente a la pasividad social y la ignorancia, son artefactos para provocar la revolución, son la génesis del pensamiento crítico.
Este es el motivo por el cual, a lo largo de la historia, los libros han contado con demagógicos detractores, y es precisamente por eso por lo que en esta sociedad hipertecnificada practicar la lectura como acción y enarbolar el libro como instrumento te convierte en un agente subversivo, un ser peligroso.
(infonortedigital.com, extracto)
3) La izquierda enarbola a Lorca ante el fascismo y el odio actual. El PSOE se erige heredero directo de los valores del poeta granadino, mientras Podemos recuerda que se escuchan ecos de la homofobia y la intolerancia que acabó con su vida.
(elperiodicodearagon.com)
En el primer ejemplo el verbo tiene un sentido físico: la persona que está presa levantaba un arma. En el segundo ejemplo, podría tener un sentido físico también: yo puedo enarbolar un libro usándolo como arma (en especial si es un libro bien gordo, jejeje), pero no es eso lo que quiere decir el periodista, sino que nos habla de usar el libro para aprender y tener una mente crítica. En el tercero, está claro que no podemos levantar en alto, físicamente hablando, a Federico García Lorca y usarlo como arma, pero sí podemos usar su obra y todo lo que él representó para luchar contra el fascismo.
Vamos ahora con desarbolar:
1) El viento desarbola la réplica de un barco ballenero del s. XVII en Bermeo
(elmundo.es)
2) La crisis energética desarbola a las comunidades de vecinos tras dispararse las cuotas hasta el 60 %
(elnortedecastilla.es)
En el primer ejemplo vemos el sentido originario del verbo. Los barcos de vela tienen un sistema de palos y arcos que sujetan y mueven las velas; a todo eso se le llama arboladura, que ya es una metáfora creada a partir de la palabra árbol. Desarbolar un barco es destruir, romper su arboladura, y así entendemos la primera noticia, que nos cuenta que el viento ha destruido la arboladura de la réplica de un barco antiguo en un pueblo del País Vasco (un barco ballenero, porque en esa zona se capturaban ballenas).
En la segunda noticia desarbolar ya no tiene un sentido físico: nos habla de los problemas que la subida de los precios de la energía está causando en las comunidades de vecinos. Este aumento de precios hace que esas comunidades se queden sin fondos y tengan que subir la cuota, o sea, el dinero que cada vecino paga al mes a la comunidad.
Y hasta aquí llegamos con el tema de hoy, aunque de los árboles se podría hablar mucho más. ¿Existen también en tu lengua expresiones y metáforas relacionadas con los árboles? Seguro que sí.
¡Hasta pronto!