Aunque, por norma general, en español los adjetivos se usan después del sustantivo al que acompañan, la verdad es que este no es un tema fácil de explicar ni de entender, y por eso tampoco es fácil para los hablantes no nativos colocar los adjetivos adecuadamente.
Hoy voy a dedicarle la entrada al adjetivo antiguo/a, que es uno de los más interesantes en este sentido, ya que, según lo usemos antes o después del sustantivo, podemos entender cosas distintas. Y además, esta palabra está muy cerca del adjetivo viejo/a, que también usamos antes o después del sustantivo con diferentes matices de significado, así que también te hablaré de él.
Empezamos con un cartel de un comercio que seguro que estos días recibe a mucha gente, ya que pronto, el día 22 de diciembre, se celebra el sorteo de la lotería de Navidad.
Calle Santa Engracia |
Esta administración de lotería (así es como llamamos a estas tiendas) existe, al menos, desde 1768, así que es la más antigua de Madrid y probablemente de toda España, aunque no siempre estuvo donde está ahora.
Mirando esta imagen, nos podríamos preguntar: ¿por qué decimos antigua y no vieja? Las dos palabras significan 'que tiene muchos años'. Pero no es lo mismo decir que algo es antiguo que viejo.
Cuando, como en este caso, el adjetivo no va con sustantivo, usamos antiguo/a para algo que tiene muchos años pero, además, un valor histórico, mientras que viejo/a solo nos habla de los años (y, muchas veces, de algo estropeado por el paso del tiempo). Igualmente, si hablamos de personas, no es lo mismo decir que una mujer es la más antigua en un centro de trabajo que decir que es la más vieja. Si la mujer es la más antigua en el centro de trabajo y este tiene, por ejemplo, diez años, significa que la mujer lleva diez años trabajando allí y fue la primera en trabajar allí, mientras que si la mujer es la más vieja en el centro de trabajo es porque es la que tiene más edad. Y no es lo mismo: por ejemplo, yo puedo ser la más antigua en mi escuela pero tener menos años que otros compañeros.
Las cosas se complican un poco más cuando el adjetivo acompaña al sustantivo, porque la variación en el orden de palabras añade más diferencias de significado. Veamos algunos ejemplos con el orden habitual del adjetivo, o sea, después del sustantivo:
Calle del Prado |
Calle Santa Juliana |
Calle Ponzano |
Los libros que venden en la librería de la primera imagen no son solamente libros con muchos años sino que tienen valor histórico. Para indicar eso se usa la palabra antiguo detrás del sustantivo. Si se venden libros normales con muchos años, se dice que se venden libros de segunda mano (porque no queda bonito poner en la puerta de una tienda libros viejos, podría dar la idea de que están estropeados).
Las otras dos imágenes nos hablan de un modo tradicional (y, por lo tanto, con valor histórico) de tirar la cerveza, o sea, de servir la cerveza (de barril, no de botella) desde el surtidor (eso que parece un grifo) hasta el vaso. La verdad es que no tengo ni idea de cómo se tiraba antiguamente la cerveza y no estoy segura de que los anuncios de estas tabernas no sean simplemente un reclamo comercial, porque no he encontrado información sobre este tema.
Veamos qué pasa cuando el adjetivo se usa antes del sustantivo:
Calle Bretón de los Herreros |
Antiguamente, hasta principios de los años 70 del siglo XX, existían en Madrid comercios donde se vendía leche fresca, sin ningún tratamiento; algunos, incluso, tenían las vacas al lado del local o muy cerca. Eran las vaquerías. El comercio de la fotografía anterior es un bar, pero ha querido rescatar del olvido el hecho de que, antiguamente, ese local fue una vaquería. Para marcar eso, usa la palabra antigua antes del sustantivo.
Desde hace unos años, hay muchos nuevos comercios en Madrid que no cambian el aspecto exterior de los locales ni los rótulos aunque el tipo de comercio sea diferente. Me encanta que lo hagan, porque la memoria de los comercios forma parte de la memoria de la ciudad. Este es un ejemplo:
Calle Manuel Fernández y González |
Ahora es un bar, pero por el rótulo vemos que fue una tienda donde se vendía carbón, en aquellos tiempos en que la gente lo usaba para calentarse en casa. Así que podemos decir de este local: Este bar está en una antigua carbonería. Y como este, encontramos muchos bares y otras tiendas así en Madrid. Así que, sobre todo si vas por el centro de la ciudad, que es donde más ocurre esto, no confíes siempre en lo que dicen los rótulos: en la calle del León, 25, por ejemplo, te encontrarás con un rótulo que dice Confitería, pero se trata de La Integral, una tienda de regalos y ropa vintage; en la calle de Hortaleza, 70, hay una bonita óptica, Toscana, que ha conservado el rótulo que anuncia la venta de simientes, granos, semillas y legumbres que hacía en este local el señor Robustiano Díez Obeso desde 1881. Podemos decir, entonces, que La Integral está en una antigua confitería y Óptica Toscana, en una antigua tienda de semillas, legumbres, etc.
Si, en lugar de usar la palabra antiguo/a usáramos la palabra viejo/a, ya no tendría ese significado de 'algo que fue, pero ya no es', sino el de 'algo que tiene muchos años y un valor sentimental'. Por ejemplo:
La Concha (Cantabria) |
Torrelodones (Madrid) |
La primera foto está tomada en una zona rural de Cantabria, en un restaurante que está justo al lado del edificio de una escuela, una escuela con muchos años. Supongo que la escuela ya no está en funcionamiento, pero eso no nos lo dice el nombre del restaurante, que solo habla del valor sentimental de esa escuela para la gente de la zona.
La segunda, en cambio, la tomé en un pueblo de la Comunidad de Madrid, pero en un edificio completamente nuevo. Y es que la palabra escuela, además de significar 'institución educativa', se usa para hablar de un método o manera de hacer que aprendemos de algún maestro (que puede ser un profesor o, si hablamos de arte o de otras disciplinas, un pintor, un filósofo, etc.). La expresión ser de la vieja escuela significa 'hacer algo (o muchas cosas) como se hacía antiguamente', así que supongo que en esta escuela de costura usan métodos tradicionales de enseñanza.
Te resumo en una imagen el uso de estos dos adjetivos cuando hablamos de cosas y lugares. Si hablamos de personas o de animales, la cosa cambia un poco, por eso he añadido una segunda imagen.
Y aquí se despide alguien que, para algunas cosas, es de la vieja escuela. Por ejemplo, no me gusta comprar por Internet, ni siquiera ir a los grandes centros comerciales, y prefiero comprar en tiendas pequeñas o en el mercado; tampoco me gusta cocinar en microondas ni en Thermomix sino en horno tradicional (pero no de fuego, jejeje, no soy tan de la vieja escuela). Bueno, la realidad es que no me gusta cocinar 😉.
¡Hasta pronto y felices vacaciones, si las tienes en Navidad!