Ahora que, por diferentes razones, tanto usa la gente los servicios a domicilio (compras a domicilio, comida a domicilio), voy a dedicar esta entrada a una profesión que lleva décadas (o a lo mejor más tiempo) trayéndonos un servicio a la puerta de nuestra casa (sin crear más basura, como sí pasa con los servicios actuales).
Me refiero a este antiguo oficio:
Ávila |
Este afilador va a las casas en un medio de transporte moderno, pero hasta hace un tiempo, los afiladores solían ir en bicicleta.
Yo creía que ya no iba a volver a ver a ningún afilador en bicicleta, pero hace poco iba yo un día por el barrio de Lavapiés, cuando vi a uno:
Lo curioso ese día es que, pocos pasos después, vi esta pintada:
Calle de la Cabeza |
Así que el afilador es un ladrón. Vale. Bueno es saberlo. Pero luego, cuando leí que el afilador no tenía ni idea de restauración, no entendí nada. ¿Qué tiene que saber un afilador sobre restauración? Restauración podía referirse a dos cosas: el sector de los restaurantes y cafeterías o lo que hace la gente que repara objetos que tienen cierto valor, como cuadros, esculturas, muebles antiguos, etc. Y un afilador no tiene relación con ninguna de las dos actividades.
Al dar la vuelta a la esquina y meterme en otra calle me di cuenta del significado de la pintada, porque me encontré con este establecimiento:
Calle Jesús y María |
Como el local estaba cerrado, busqué en Internet y encontré que era un negocio dedicado a la restauración de muebles y que ahora ya está cerrado. Bueno, a lo mejor la explicación de que haya cerrado está en la pintada que vi en primer lugar, ¿no?
Volviendo a los afiladores: además de su bicicleta, otra cosa muy tradicional era (y sigue siendo aún en algunos casos) su manera de anunciar su llegada. Con una armónica, tocaban esta melodía:
Bonita tradición, ¿verdad? Ahora, los que van en sus coches, también suelen poner esta música, pero grabada. ¿Existe algo similar donde tú vives?
La palabra afilador no tiene más usos, que yo sepa. Pero sí los tiene el verbo de la misma familia: afilar, y también el adjetivo afilado/a.
Estas palabras se usan, claro, para hablar de cuchillos y otras herramientas. Pero también describen lo que hacen muchos animales que tienen las uñas muy largas. Por ejemplo, lo que hace este gato cuando araña la madera lo hace para afilar sus uñas:
Cuando las uñas de un animal son fuertes, curvas y afiladas, usamos también la palabra garras. Es el caso de los gatos, así que este gatito está afilando sus uñas o sus garras, podemos describirlo de las dos maneras.
Los gatos y otros animales con garras afilan con frecuencia sus garras porque son su mejor arma de ataque y de defensa. Y precisamente esta combinación, afilar las garras, se usa muchísimo como metáfora, en el sentido de 'prepararse para el ataque o para la defensa'. Por ejemplo, se usa mucho en las noticias sobre competiciones deportivas:
El Athletic afila sus garras ante un Barcelona presionado por el Madrid
(El Español)
Este titular nos habla de un equipo de fútbol (el Athletic) que está preparado para atacar y defenderse del equipo de Barcelona.
El adjetivo afilado/a también tiene uso metafórico. Probablemente el más frecuente sea hablar de lengua afilada. Decimos que alguien tiene una lengua muy afilada cuando es una persona que critica a otras personas de una manera que puede hacerles daño o dejarlas en ridículo.
Un ejemplo que nos habla sobre una persona bastante conocida en España, Risto Mejide:
Al presentador y jurado televisivo, famoso por su lengua afilada y sus críticas directas y sin filtros, se le derritió el corazón a los 40 años con una chica de 19, una modelo e influencer llamada Laura Escanes.
(El Confidencial)
Pobres afiladores. Ese oficio tan humilde y trabajoso y su nombre relacionado con personas como esta, que no hacen ningún bien a nuestra sociedad.
En fin... ¡Que vivan los afiladores y que sigan muchos años ofreciéndonos sus servicios a domicilio!
¡Hasta pronto!